La teoría empirista de David Hume: conocimiento basado en la experiencia
En el fascinante mundo de la filosofía, uno de los temas que ha capturado la atención de los estudiosos durante siglos es la forma en que adquirimos conocimiento. Antes de que la psicología se estableciera como ciencia, fueron los filósofos quienes se dedicaron a investigar la percepción humana y a desarrollar teorías sobre cómo llegamos a conocer el mundo que nos rodea. Uno de los debates más destacados en este campo es el contraste entre los racionalistas y los empiristas.
Los racionalistas y los empiristas
En el Renacimiento, los racionalistas defendían la idea de que existen verdades universales innatas, es decir, que nacemos con conocimientos básicos sobre el mundo que nos rodea. Por otro lado, los empiristas negaban esta afirmación y sostenían que todo lo que sabemos se adquiere a través de la experiencia. Estos últimos consideraban que la mente es como una hoja en blanco al nacer, y que es a través de la interacción con el entorno que vamos construyendo nuestro conocimiento.
Uno de los principales representantes del empirismo fue el filósofo escocés David Hume, cuyas ideas siguen siendo relevantes en la actualidad. Hume defendía la idea de que no existen conocimientos innatos y que todo lo que sabemos se basa en la experiencia. Su enfoque se centra en cómo adquirimos conocimiento a través de nuestras impresiones y nuestras ideas.
Impresiones y ideas
Según Hume, nuestras impresiones son pensamientos basados en nuestras experiencias sensoriales. Son la forma más inmediata y vívida en la que percibimos el mundo. Por otro lado, nuestras ideas son copias más abstractas de nuestras impresiones. Aunque se derivan de nuestras experiencias, las ideas son menos vívidas y más generales.
Es importante destacar que Hume distingue entre enunciados demostrativos y probables. Los enunciados demostrativos son aquellos cuya validez puede ser demostrada lógicamente. Por ejemplo, “todos los triángulos tienen tres lados” es un enunciado demostrativo, ya que se puede demostrar su veracidad a través de la lógica matemática.
Por otro lado, los enunciados probables se refieren a cosas que ocurren en un tiempo y espacio determinados y no pueden ser conocidos con total certeza. Estos enunciados se basan en la repetición de experiencias similares en el pasado, pero no hay una garantía lógica de que siempre seguirán ocurriendo de la misma manera en el futuro. Un ejemplo de enunciado probable sería “es probable que llueva mañana”, ya que aunque haya llovido en días anteriores, no podemos asegurar con certeza que lloverá nuevamente.
Creencias probables y rutina
Aunque Hume cuestionaba las limitaciones del pensamiento inductivo, reconocía que necesitamos creencias probables para vivir y tomar decisiones en nuestro día a día. No podemos vivir en un estado de constante duda y falta de certeza. Necesitamos creer en cosas como que el sol saldrá mañana, que nuestros amigos y seres queridos seguirán existiendo y que las leyes de la naturaleza seguirán siendo consistentes.
Es importante tener en cuenta que muchas de las “verdades” que asumimos como evidentes en realidad son solo parte de nuestra rutina y conveniencia. No hay una base lógica sólida para ellas. Por ejemplo, cuando nos despertamos por la mañana, damos por sentado que el suelo seguirá estando debajo de nosotros y que la gravedad nos mantendrá en pie. Sin embargo, no hay una garantía lógica de que esto siempre sea así. Podríamos despertarnos un día y encontrarnos con que la gravedad ha dejado de funcionar.
Según Hume, no existen conocimientos innatos y todo lo que sabemos se basa en la experiencia. Distingue entre impresiones, que son pensamientos basados en experiencias sensoriales, y las ideas, que son copias más abstractas de nuestras impresiones. Además, Hume nos hace cuestionar las limitaciones del pensamiento inductivo y nos muestra que muchas de las “verdades” que asumimos como evidentes en realidad son solo parte de nuestra rutina y conveniencia.